Primer paseo al aire libre: menuda pelea

El objetivo es hablar de mi día a día con naturalidad y bueno, aquí esta:

Como ya comenté, aunque inicié los entrenos «indoor» nada hizo a
justicia a la realidad cuando esta semana salí y me llevé un golpe de realidad
que aún estoy encajando. A ver si soy capaz de explicar la progresión de mi
paseo y mis dificultades:

1.- Según comenzaba la marcha iba tropezando y pisando de forma a natura
porque la superficie del suelo a primera vista liso descubres que en realidad
es irregular – un claro inconveniente…

Pero sigues.

2.- Se suma que intentas hacer que la pisada sea más estable y segura, pero pierdes el hilo de la trayectoria – ¿A dónde me voy?…


No pasa nada.

3.- Luego intentas sumar los dos primeros ayudándote con el bastón, pero aún me peleo con él y no me llevo muy bien – otro más…

4.- Soy positiva, ya llevo un rato ¡olé! pero prestando atención de dónde estoy y dónde quedó el coche a duras penas son unos 200 o 300 metros y ya he comenzado a cansarme ¿en serio? pues sí – fatiga…

Relájate, no corras, tú puedes Patry.

5.- ¿Y toda esta gente? Lo de evitar pegarse no lo controlan, se suma esquivar bicis, paseantes varios, pelotones de amigos que absorben en su ‘banco de peces’ – no soy ágil, no veo bien y sortear ‘bultos’ se suma a más estrés…

Joder no te rindas.

6.- Pues insisto, soy muy cabezona, no me rindo… mi medio cuerpo derecho que es el más abatido por la enfermedad se agota, se des coordina, básicamente me abandona y encima tengo que arrastrar este medio cuerpo para continuar – otra…

Finalmente, sólo ha sido un escaso kilómetro, pero mantengo una tensión encima que creo que los hombros y el cuello podrían salir despedidos en cualquier momento y siendo muy sincera, ha sido una bofetada a lo grande después de tres meses de cuarentena, y te sientes impotente porque nadie puede sentir lo que yo y me comienza a superar el sentimiento de chasco y sé muy bien lo amargo que es masticarlo.

¿Pero sabes qué? Que soy muy terca. Me tragué ese nudo de la garganta que tengo en este mismo instante al recordarlo, y crucé de acera con mi marido y me hice la vuelta. ¿El resultado? Fatigada, a trompicones y peleándome con el bastón, con menos gente, pero con una superficie aún más irregular, pero llegué al coche con casi mis dos kilómetros. Llegué. Y mañana iré a por otra intentona, deséame suerte que la necesitaré.

A mi alrededor sólo vieron una chica ir y volver al coche: despacio y peleándose con un bastón. Esto es un ejemplo de discapacidad invisible, no siempre llevaré mi bastón y como yo hay miles fuera.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar